Sábado 26 de Abril, 2025
Francisco ya reposa en la basílica de Santa María la Mayor, luego de un emotivo y masivo funeral. No ha pasado una semana desde que ofició su última misa de Pascua y saludó con esfuerzo a los fieles congregados en el Vaticano. Su recuerdo, sin embargo, permanece vivo y poderoso. Este sábado, el mundo despidió a un pontífice que dedicó su misión a acercar la Iglesia a las calles, a los marginados y refugiados.
Desde la noche anterior, miles de personas —al menos 200.000, según el Vaticano— se congregaron en la plaza de San Pedro para rendirle homenaje, muchos de ellos sin dormir. “Estoy despierto desde las 3:30 de la madrugada”, contaba uno de los voluntarios que organizaba la multitud, momentos antes de iniciar la ceremonia.
El funeral fue presidido por el cardenal Giovanni Battista Re y también se convirtió en escenario de tensos encuentros políticos. Donald Trump, Volodímir Zelenski y Ursula von der Leyen coincidieron en la ceremonia, en medio de las negociaciones por conflictos arancelarios. Trump y Zelenski sostuvieron además una breve reunión en la basílica de San Pedro, prometiendo nuevos encuentros para avanzar en negociaciones de paz con Rusia.
A pesar de estos momentos diplomáticos, el acto se centró en la figura de Francisco, en una despedida solemne, conmovedora y sencilla, como él mismo había deseado. Entre los asistentes estuvieron líderes de todo el mundo: Donald Trump, Emmanuel Macron, Zelenski, los reyes de España, Javier Milei, Sergio Mattarella, Giorgia Meloni, Luiz Inácio Lula da Silva, Daniel Noboa, Luis Abinader y Xiomara Castro, entre otros.
Durante la misa, el cardenal Battista Re recordó el legado del papa Francisco, quien siempre impulsó la “cultura de la fraternidad” frente a la “cultura del descarte”. Recordó también su visión de la Iglesia como un “hospital de campaña”, siempre al lado de los más necesitados. Las palabras de Re fueron acompañadas de aplausos y un profundo respeto por parte de la multitud congregada.
En sus últimos deseos, Francisco pidió una despedida “con dignidad, pero como todos los cristianos”. Así se cumplió: tras la ceremonia, su féretro, trasladado en el papamóvil, recorrió las calles de Roma hacia su destino final. Los fieles pudieron despedirse de él durante el trayecto. Finalmente, su ataúd fue inhumado en la nave lateral de Santa María la Mayor, entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza, tras un breve rito de cantos y oraciones.