Jueves 5 de Junio,2025
Por Ronald Rodríguez
Más del 50% del empleo en República Dominicana es informal, y cientos de miles de personas quedan fuera de las oportunidades comerciales cada año.
¿Estamos haciendo lo suficiente para innovar y abrir oportunidades?
La transformación económica que exige nuestros tiempos no puede centrarse únicamente en grandes inversiones o en cambios tecnológicos lejanos. Debemos repensar a los modelos de acceso al comercio, al emprendimiento y al empleo, especialmente para las familias de menores ingresos y para los sectores desempleados o en informalidad en nuestra nación. Formalizarse no debe verse como un castigo, sino como una oportunidad.
En República Dominicana, miles de pequeños negocios y familias enfrentan diariamente barreras para acceder a productos básicos a precios competitivos, pero no solamente, muchas barreras existen para emprendedores y comerciantes para integrarse de manera efectiva a la dinámica comercial.
Cerrar esa brecha exige disrupción positiva: procesos más simples, oportunidades más accesibles y esquemas comerciales más inclusivos, donde no sea difícil emprender un camino de vida por el comercio.
Un ejemplo reciente es la inspiración en modelos globales como Amazon o eBay, que han democratizado el acceso al comercio y que han demostrado que con creatividad y voluntad se pueden abrir nuevas puertas para quienes siempre han estado esperando una oportunidad para crear su propio negocio.
A esto se suma una realidad económica que no podemos ignorar: los niveles de inflación, la insuficiencia de ingresos, las tasas persistentes de desempleo, la falta de capital para los emprendedores, y la concentración de facilidades gubernamentales que, en ocasiones, no abarcan a los que tienen grandes ideas, pero muy poco o ningún capital para empezar. Esta situación también perjudica directamente a los consumidores, restringiendo su acceso a productos de bajo costo. Democratizar el acceso a bienes esenciales se convierte, por tanto, en una tarea urgente para garantizar mayor equidad, dinamizar la producción nacional y construir un mercado más justo para todos.
Innovar no es solo una cuestión de progreso económico. Es una herramienta de justicia social. Cada proyecto que facilita el emprendimiento de bajo costo, cada esfuerzo que conecta productos esenciales con quienes más los necesitan, construye un país más fuerte y justo.
Desde el CNCP reafirmamos la necesidad de un comercio moderno, inclusivo y dinámico. La innovación no puede ser opcional. Debe ser un compromiso de todos los que creemos en una economía con más oportunidades para todos.
En este esfuerzo, la colaboración entre el sector privado, las entidades gubernamentales vinculadas al comercio y el emprendimiento, y cada actor institucional del mercado es esencial. Asumir la innovación como un deber colectivo no solo fortalecerá nuestro tejido productivo, sino que abrirá nuevas puertas de bienestar para miles de familias dominicanas.
La pregunta sigue vigente: ¿qué estamos esperando para actuar? El futuro del comercio no se construirá desde el centro, sino integrando a todos desde el inicio. El momento de innovar con propósito para incluir es ahora.