Jueves 24 de Julio, 2025
Santo Domingo, RD – La salud mental en República Dominicana es una realidad cada vez más visible que afecta profundamente a personas, familias y comunidades. Aunque en los últimos años se ha avanzado en el reconocimiento de su importancia, aún persisten serias dificultades para acceder a servicios adecuados y así romper con los estigmas que rodean los trastornos mentales.
Según datos recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y estudios locales, alrededor del 20% de los dominicanos padece algún tipo de trastorno mental, siendo la depresión y la ansiedad los más frecuentes. Esta situación no puede seguir siendo ignorada ni minimizada, especialmente cuando muchas personas siguen sin recibir el acompañamiento profesional que necesitan.
La pandemia de COVID-19 no solo afectó la salud física, sino que también dejó huellas emocionales profundas. La ansiedad, la tristeza prolongada y el aislamiento empeoraron significativamente, generando un impacto colectivo que aún se siente.
Pero lo más preocupante es que el país se encuentra entre los más afectados de Centroamérica y el Caribe, según la tasa de Años de Vida Ajustados por Discapacidad (AVADs), lo que pone en evidencia la necesidad de fortalecer las políticas públicas y garantizar el acceso a servicios de salud mental para todos.
Hoy, hablar de salud mental no es una opción, es una urgencia nacional. Necesitamos dejar atrás los prejuicios y comenzar a ver este tema como una prioridad social. Porque proteger la salud mental es también construir una sociedad más justa, empática y saludable.
Aunque ha aumentado la concienciación sobre la salud mental en la sociedad dominicana, el estigma sigue siendo una de las principales barreras que impide a muchas personas buscar ayuda profesional. Aún se percibe un desconocimiento generalizado sobre lo que implican los trastornos mentales, lo que lleva a prejuicios, discriminación y, en muchos casos, al silencio doloroso de quienes sufren.
A esto se suma la desigualdad en el acceso a servicios especializados. La mayoría de los profesionales de salud mental están concentrados en el Gran Santo Domingo, dejando a muchas comunidades del interior prácticamente desatendidas. Como si fuera poco, los seguros médicos suelen ofrecer una cobertura limitada o nula en este ámbito, haciendo que el tratamiento sea un privilegio reservado para pocos.
Los jóvenes, particularmente, se enfrentan a un panorama alarmante. La presión por sobrevivir en un contexto de precariedad económica, desempleo y escasas oportunidades afecta gravemente su bienestar emocional. Incluso desde el propio gobierno se ha reconocido esta problemática; figuras como la primera dama, Raquel Arbaje, han advertido sobre la necesidad de atender la salud mental como parte central del desarrollo humano.
A pesar de la situación , hay esperanza de avance positivo . El Ministerio de Salud Pública ha anunciado que la salud mental será integrada en la estrategia de Atención Primaria, lo que permitiría una atención más cercana y preventiva. También, el Plan Nacional Plurianual del Sector Público 2025-2028 contempla políticas enfocadas en mejorar la calidad de vida, incluyendo este aspecto vital. Iniciativas como la creación del Ministerio de Justicia y las reformas legales en curso podrían, indirectamente, contribuir a mejorar el entorno social que incide sobre la salud mental.
Sin embargo, estos pasos solo serán efectivos si vienen acompañados de compromiso real y acción concreta. Es hora de que el Estado, el sector privado, las organizaciones sociales y la ciudadanía trabajen juntos para garantizar una atención mental digna, equitativa y accesible.
La salud mental no puede seguir siendo una promesa en espera. Es un derecho humano fundamental y una base indispensable para el bienestar y el desarrollo de cualquier nación. Invertir en ella es apostar por una República Dominicana más sana, más humana y más justa.