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Las corridas de toros agonizan en Portugal

Miércoles 21 de febrero, 2024

El número de espectáculos taurinos en Portugal registró un mínimo histórico en 2023, otra estocada para una actividad que agoniza poco a poco y cuyo futuro apunta más a una desaparición natural que a una abolición, ya que apenas genera debate político en el país.


El año pasado se realizaron 166 eventos taurinos, la mayoría (124) corridas de toros, un mínimo histórico en los registros de la Inspección General de las Actividades Culturales (IGAC) si se dejan fuera los años de la pandemia con restricciones.
La cifra está muy lejos de los números que había a principios de siglo, con una caída que ronda el 50 % en las últimas dos décadas, y refleja que, poco a poco, se va perdiendo afición.


«La gente se identifica más con otro tipo de espectáculos que con el toreo», defendió Paula Pérez, representante de la plataforma Basta de Touradas (Basta de Corridas), que lucha por la abolición de estos festejos.

Pérez consideró que esta pérdida de interés se debe a que la gente tiene más información sobre el toreo gracias a internet y las redes sociales y puede tener un sentido más crítico.


«Tienen acceso a lo que es una verdadera corrida de toros, cómo los animales son tratados antes de ir a la plaza, durante el proceso y después del espectáculo», explicó.


Un espectáculo que cada vez gusta menos, a pesar de que en Portugal, a diferencia de España, está prohibido por ley matar al toro en la plaza, con la excepción de dos localidades junto a la frontera que tienen autorización por considerarse una «tradición».


Son Barrancos, con corridas «a la española», y Monsaraz, donde ni siquiera son toreros los que matan al animal, sino que lo atan a un poste y la propia población lo hace con cuchillos.


La imagen negativa que da del país, debido al sufrimiento animal e incluso a la exposición de menores a las corridas -la ONU dio un toque a Portugal en 2019 por este motivo-, también ha influido en la pérdida de interés, según Basta.
La cadena estatal RTP dejó de emitir corridas en 2021 y el número de plazas en activo ha caído.

Desde 2020 ya no se realizan en la de Albufeira, la única que quedaba abierta en el Algarve, y la más emblemática del país, la de Campo Pequeno en Lisboa, tiene cada vez menos.


Esta plaza está más orientada a acoger conciertos y otro tipo de espectáculos y en 2023 sólo hubo cuatro corridas, lejos de la docena de hace apenas una década.


Según una encuesta encargada por Basta a la Universidad Católica hace tres años, el 65 % de los lisboetas no quieren corridas en Campo Pequeno.
Aun así, Pérez apuntó que hay cierta «indiferencia» sobre la tauromaquia y poca movilización entre la población.
Lo mismo ocurre también a nivel político, ya que en Portugal los toros no son un tema ideológico y no hay posicionamientos fuertes entre los grandes partidos.
Hay alguna excepción, como el animalista PAN, que pide su abolición y ha presentado diferentes propuestas contra la tauromaquia, o el ultraderechista Chega, que elaboró el año pasado un proyecto para que RTP volviese a emitirlas que fue rechazado por la Cámara.


Los animalistas no tienen mucha esperanza de que, al menos en el futuro próximo, se decrete una abolición, y denuncian que a la supervivencia de la tauromaquia contribuye la financiación pública que aportan los ayuntamientos.


En 2020, una iniciativa popular apoyada por varios partidos de pequeña dimensión para poner fin a estos apoyos públicos tampoco prosperó en el Parlamento.


«Mientras continúe la financiación pública, van a seguir vinculados a esta máquina y a intentar que sobreviva», lamentó Pérez.

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